Revista Perséfone Nº III - Marzo 2021

 



Revista Perséfone es una revista cultural, digital, libre y autogestiva.
Este es el tercer número, compuesto por los diferentes materiales que enviaron artistas de los diversos rubros en la tercera convocatoria (febrero 2021)bajo la consigna:






Ahí, en donde el arte ocupa la mayor parte del tiempo y del día

Es la vida cantar y bailar.
Dibujar y pintar.

Actuar y crear una obra para luego ser montada como un show completo

En donde se determina el carácter y los gustos

En donde se vive el presente y desaparecen las ironías de la vida

GUADALUPE GORT
instagram: guadalupegort





HIGOS

Estábamos saltando la cuerda.

Estábamos saltando la cuerda, transpirando inocencia y guardando en nuestros bolsillos,

soles de mediodías de 1995.

Estábamos observando las horquillas raspadas de nuestras bicicletas recostadas sobre la pared de la

casa de tu abuela.

Estábamos observando las horquillas raspadas de nuestras bicicletas y vos,
me contabas, que los higos del árbol del vecino estaban dulces.

Me sorprende hasta el día de hoy que te gusten los higos.
¿Harías la cuenta por mí y me dirías cuantos años han pasado?,
Adelante, jala el gatillo del arma de la nostalgia y la melancolía.

Estábamos saltando la cuerda,

y en un salto cuántico, en un choque energético, y gracias a una curvatura cósmica,

quedamos acá;
llegando tarde a trabajos y amores.

Se muy bien que no hay vuelta atrás,
de todas formas; explícame,
Como puede ser que a un niño le gusten los higos.

GONZO NAGA
instagram: gonzonaga





















                        
ANABELLA CARP
instagram: patagonica_





Un trueno me despertó, me quede unos minutos mirando el techo, recordando cuando le tenía miedo a los truenos y, a la oscuridad sobre todo. Ahora estoy en la negrura de mi habitación mirando el techo, mirando es un decir, porque tengo los ojos abiertos pero no veo nada, pensando, cuando deje de temerle a las tormentas y cuando empecé a abrir los ojos en la oscuridad, de repente me llegó un recuerdo, el día que me convertí en un adulto, sí, lo recuerdo. Tenía 7 años cuando me convertí en adulto. Era verano o invierno, eso no lo sé, a esa edad no registraba los cambios de estaciones, pero estoy seguro que era de madrugada. Dormía despreocupado, como esta noche, la diferencia, es que no fue un rayo el que me despertó, sino el llanto de mis hermanos, mi hermana, dos años menor y un bebe de dos años apenas ¿qué pasó? Fue mi pregunta, llamemos a papi, les dije. Mi mamá hacía varios días que no estaba en casa, ella tenía la costumbre de tomarse vacaciones de nosotros y nos dejaba por semanas y hasta meses, después volvía como si nada. Fui a llamar a mi papá, que en realidad solo era el padre del bebe, me quede temblando frente a su cama por larguísimos segundos, al descubrir que no estaba en la casa, que habíamos sido abandonados a nuestra suerte, tres niños, el mayor, yo, 7 años, lo primero que intente hacer, con mi escasa experiencia sobre abandono total, pero con un espíritu protector sobresaliente, fue tranquilizar a mis pequeños hermanos, alcé al bebe y lo mecí, con el otro brazo abrace por la cabeza a mi hermana. Ellos no paraban de llorar y, la oscuridad y el silencio exterior, que se veía  interrumpido por el llanto de los perros, me daban mucho miedo, no sé porque los perros lloran de esa manera, pero a mí se me estremecía todo el cuerpo. Esa noche tenía más miedo del que nunca había tenido, pero yo era el adulto ahora, tenía que comportarme como tal y los chiquitos no paraban de llorar y yo les pedía por favor que ya no lloren, yo también estaba asustado, por favor, ya no lloren, duerman, les decía, mientras miraba de reojo la oscuridad del baño y la de abajo de la cama. Cuanto miedo que tenía. Pero yo era el mayor, no podía sucumbir a mis temores, ellos me necesitaban, no paraban de llorar y decirme “tata ¿Dónde están papi y mami?” yo no sabía, lo único que sabía era que estábamos solos y que tenía mucho miedo, porque en la oscuridad vivían terribles monstruos y ellos eran chiquitos y yo ahora era grande y ya no iba a poder tener más miedo, los debía proteger de todo. No dejaban de llorar no se callaban y les tuve que pegar porque yo era el adulto y tenían que hacerme caso y dormir, ya no lloren por favor, les gritaba, y yo también lloraba y les pegaba más fuerte y me dolía más a mí, después los abrazaba con fuerza y lloramos los tres juntos, pero yo sabía que ahora los iba a tener que cuidar siempre. Nos acostamos en la cama grande, vacía, de nuestros desaparecidos padres y nos empezamos a calmar, estábamos cansados por tanto llorar y por estar tan alerta, por el miedo a la oscuridad y al silencio de la madrugada. De repente, unos pasos se acercaban desde el comedor, nos asustamos un poco más, si eso se puede, nos tapamos hasta la cabeza, los pasos frenaron a un lado de la cama y yo, que era el mayor, me destapé para mirar que era, había entrado un monstruo y con la tranquilidad que caracteriza a los monstruos de la oscuridad me dijo “yo los voy a cuidar ahora, duerman tranquilos” me dormí abrazando a mis hermanos, no confío del todo en los monstruos.

JONA GILLE
instagram: gillejona





RAJÁ

Creces y creces…y te vas.
Creces y te dicen: rajá;

No hay qué hacerle: el país no va más.

Mejor ándate. Chau.

 Vos jugás…no entendés.

Armas estrategias de ajedrez,
te mandás una gambeta con los pies,
te escondés…para que te busquen entre diez.

No te imaginás qué pasa; no le temés a la noche,

Ni que te roben, te toquen, te metan en el coche.

Quizá, le temés a la oscuridad,
allí donde está el monstruo del nunca jamás,
aquel olvido del que te hablan mamá y papá…

Así es, así será…vo’ no juga’ ma’

Hay que crecer, hay que olvidar,
a tu familia tenés que ayudar,
sino sos un garca que se corta por atrás,
sino sos un gil que se atrevió a soñar
en un barrio donde del paco no pasas.

Vos rajá pibe, rajá.
Así al menos no te encuentran
cuando cuenten hasta diez
y te metan a laburar
-o te pongas a chorear-

Un esclavo sin identidad…

¡Andate, esto no va pa’ mas!
No te quedés en esta mierda,
acá los sueños no se vuelven realidad.
Rajá, raja si es que aun quieres imaginar.

No te va a gustar,
te mirarás en el agua de zanja y te odiaras;
salvo que abandones delirar,
abandones a un niño que quiso jugar,
le mientas a TU niño “Esto no va más”,
salvo que renuncies a alguna vez querer ganar
a la simple rayuela de tizas y piedritas de cristal.

Salvo que dejes el vivir atrás…
rajá pibe, rajá,
rajá de tanta marginalidad.

FACUNDO GASTÓN
instagram: letras.naranjas




























EMPATÍA
instagram: __empatia





EL POTENCIAL DE LA HUMANIDAD

-No tenés manera de salvarlo, solamente déjalo ahí. Ya es de noche y ningún veterinario nos va a ayudar. Además, tampoco es que tenga muchas posibilidades de sobrevivir.- Comentó Juliana, metros atrás de Elina.

Elina no respondió al comentario, solo se dedicó a escuchar al jadeo entrecortado de un pequeño felino el cual algún desgraciado lo había empalado al suelo con un oxidado tubo afilado, perforando sus órganos y resquebrajando sus tiernas costillas. Ella, con tan solo seis años de edad, no podía comprender cómo una persona podía haber hecho  semejante barbaridad, por lo que solo pudo reaccionar de la forma más pura que su corazón le sugirió: Llorar.

-Mañana por la mañana volvemos con un veterinario y listo. Quitarle el tubo ahora significaría dar inicio a una hemorragia interna que difícilmente podríamos solventar- Volvió a comentar Juliana, esta vez, tras esperar que los jadeos del felino se detuviesen un poco.

Juliana, tan solo un año mayor que su amiga, acotaba afirmaciones que siempre habían generado disonancia con la esperada inocencia de la niñez. Aquella vez, no fue la excepción.

Al día siguiente, un desgraciado domingo por la mañana (sin la posibilidad de toparse con alguna veterinaria abierta), volvieron a reunirse en dirección al desolado baldío que siempre cruzaban para llegar al centro de su ciudad.

La sangre ya había sido absorbida por la arcillosa tierra del lugar y los jadeos ya no alteraban el alma de Elina. Mientras que Juliana especulaba sobre el milagroso hecho de que ningún perro se había aprovechado del felino durante la noche, Elina con tan solo seis años comprendió lo que pasaba cuando los seres vivos dejaban de respirar.

Lloró. Se lamentó sin ahogar ni un solo grito ni salvaguardar una sola lágrima. Gimoteó golpeando el suelo mientras odiaba a toda la humanidad y aprendió que la ira era el devenir de la tristeza. Juliana, alienada toda su vida frente a la debilidad del lamento, no
podía hacer más que observar a su amiga con cierto asco.

-No entiendo por qué te lamentas tanto, pensaba que las dos ya habíamos asimilado que ese animal no iba a sobrevivir la noche. Aún si sus órganos hubiesen seguido funcionando, habría alertado mucho más a los perros de la zona para que lo desgarrasen más de lo que ya está- Dijo Ella, analizando todo el panorama que ya había estipulado desde hacía ya un rato.

-No digas esas cosas tan feas, vos también estás llorando.- Dijo Elina con la voz entrecortada y la flema chorreando por sobre su infantil y rojiza perilla.

-¿Perdón? No me metas en el mismo saco, yo no veo ni una mísera lágrima en mi cara. Uno no puede entristecerse por algo que era probabilísticamente ineludible- Acotó Juliana indiferente, no dejando relucir un orgullo que podría alterar aún más a su dolida amiga.

-Mentira, sí estás llorando. Estás llorando por dentro- Respondió.

De repente, Juliana comprendió todo.

Entendió que su corazón le estrujaba el pecho con fuerza, incluso si ninguna lágrima asomase desde su mirada. Comprendió que, siempre que Elina lloraba de forma tan desenfrenada, no lo hacía por ella, sino que lloraba por aquellos que ya no podían hacerlo. Asimiló lo podrida que estaba la humanidad como para empalar a un pequeño gato al piso y agradeció que la pureza siguiera reencarnando en personas como su amiga. De esta forma, Ella también comenzó a llorar con rabia e impotencia, deseando que esa clase de personas desapareciera de la humanidad y que solo quedasen personas como Eliana. Seres más reales, con una mente verdadera y siendo ajenos al engaño por egoísmo.

AGUSTÍN BERGONCE
instagram: agusbergonce





Cuando era chica me costaba mucho dormir
porque a esa hora mi imaginación
se disparaba como a ninguna otra
para hacer de mi noche un horror.
Había relatos que eran frecuentes,
cuentos que me repetía de manera incesante,
como la historia del hombre-sombra
que venía en las noches a acecharme.
Era un hombre con gorro y traje
pero yo nunca lo podía ver,
solo llegaba a apreciar su sombra
reflejada en la pared.
En la historia el monstruo era eso
una sombra y nada más,
y por ese motivo daba más miedo:
nunca lo iban a poder atrapar.
Pasaron más de quince años
y sin embargo acá estoy,
salgo a la noche temiendo al hombre
pero ahora no está en mi habitación,
sino que se encuentra en todas partes.
¿Será que de chica tuve una premonición?

D.G LONDON
instagram: d.g.london







FLORENCIA MAZZONE - EZEQUIEL VARGAS
instagram: florrmazzone - archivo.del.eter






ZAPATOS SUCIOS

Zapatos sucios, así solía decirme, como un sermón cotidiano. Desarreglado, desfachatado, irresponsable, inútil. Él no lo entendía, él jamás lo entendió. Has estado infectado y absorbido por un conservadurismo apestoso y una marcada lógica guiada por el pensamiento cotidiano. Clásico, tradicional, detestable. Tan sólo se ha dedicado a enumerar la cantidad de errores que he cometido. Afirmo que todos vivimos sometidos bajo la estúpida presión de querer provocar el aplauso ajeno, el orgullo en el otro, aún más en aquellos que nos rodean, a quién a toda costa queremos impresionar. Y esa, es mi más odiosa ambición, tanto que a día de hoy, me atormenta la insoportable sensación de querer provocar eso en ti , demostrarte todo lo que he conseguido, aunque quizá no sea nada, de todos modos, jamás será suficiente , siempre querrás que haga más, siempre encontrarás lo malo dentro de todo lo bueno que sea capaz de crear con las diversas ideas que vagan en mi mente. Lo he intentado todo, pero aún así fracasé, y eso me ha generado inseguridades, que se suman a las que ya poseo. Todavía recuerdo tu voz, recuerdo lo fuerte que se te oía desde afuera del cuarto, o en ese pequeño trayecto desde el club a casa en donde pretendías convertirme en un futbolista de élite, el cual, ambos sabíamos que jamás sería. Mi presión era inmensa, mis lágrimas demasiadas. Incontables son las veces que lloré, incontables son las veces que me plantee si valía la pena seguir transitando el camino de la vida, tú jamás mediste el impacto de tus palabras, pero no puedo culparte , ¿O tal vez si? Pues no lo sé, me sumergo en una confusión notable, entiendo que creías hacer lo correcto, creías ayudarme pero ambos sabemos lo malo que eres para tratar a las personas. No te culparé, sería cruel juzgarte , tu vida ha sido dura, más de lo que podría jamás imaginarme, no has tenido tiempo para pensar, cada segundo para ti valía, no podía ser desperdiciado. Quizá, jamás tuviste a alguien que te hable, que te entienda, que te escuche dado que tu vida fue diseñada por terceros, ellos te instauraron el camino a seguir, y entre las posibilidades, era tu única opción. Y así lo hiciste, vivir, durante todo este tiempo, viviste, con tus formas , con tus costumbres, siendo tú mismo. Tus palabras son brutas, pero son directas. A día de hoy , aquí estamos, soy un soñador, y seguiré soñando hasta que ya no pueda mas, tu ya no sueñas pero crees que puedes criticar lo que yo si, y desde ahí, me confrontas, me enfrentas, me repudias como yo te repudio a ti, pero no puedo dejar de quererte, estoy loco, tal vez si, es muy seguro de que lo este, algo me mantiene atado a ti, de por vida, no puedo pensar en que algo malo te ocurra, o tal vez podré huir , escapar de ti, lo más lejos que pueda, pero estando del otro lado del mundo, haga lo que haga, seguiré buscando tu aprobación, la que nunca tuve y la que quizá, jamás tendré.

SANTIAGO VARGAS
instagram: babylonnm - santivarrgas







Sabes, nunca aprendí a hacer barquitos de papel
Papá siempre los hacía por mí y, aunque compartió su fórmula, no le terminé de
agarrar nunca la mano.
Tantas otras cosas no aprendí, que podría enumerarlas si no dolieran tanto.
Pero por alguna razón, hacer barquitos de papel parece la más terrible de todas.
No es irremediable, lo sé.
Pero duele casi tanto aprender a hacerlos sola, como imagino que no dolería seguir sin
conocer el secreto de doblar papel, y esconder en los pliegues secretos y lágrimas
guardadas.
Por eso una tarde aprendí.
Junté papeles viejos, recuerdos que necesitaba olvidar, palabras que no puedo
pronunciar, perdones que no quiero conceder.
Los reuní arriba de la mesa, y me acordé de cómo se movían tus manos creando
figuras, obligando a las mías a imitarte.
Llené el comedor de barquitos destartalados y desparejos, que me miran acusadores,
sabiendo la razón de su existencia.
Sabes, me sentí infinitamente más liviana cuando les concedí la redención que quisiera
para mí misma.
Flotando en llamas, en su mar privado, libre de tormentas, los vi expiar todo lo que
duele.
Y no te miento si te digo, cuanto quise acompañar en su viaje a mis embarcaciones de
papel, en su camino de salvación.

SASHA CAROSSIO
instagram: chinita.y.letras






Agradecemos a todes les artistas por colaborar en este tercer número de Revista Perséfone.
Les esperamos a todes para la próxima convocatoria.


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