El arte como camino, por Guadalupe Gort

Podemos empezar a reflexionar, pensar e intentar buscar la definición correcta de lo que es el arte pero no, no es la intención, porque sabemos lo particular y sobre todo personal que puede ser este concepto en la vida de cada persona.

Intentamos ponerle valor según el talento de quien ejerce alguna actividad o disciplina artística, sin embargo, medimos ese talento en base a los parámetros impuestos por una sociedad exigente que busca también la perfección en algo que no podemos negar que es totalmente subjetivo y así, una vez realizada la producción artística, debe encajar, casi con alivio, en lo que las personas pretenden de aquello que tienen la suerte de apreciar.

Por lo que pude observar, existen tantas disciplinas artísticas como personas. Para mí, en todas las personas habita el arte.

Quienes no saben que hacen arte, también están haciendo arte y quienes producimos arte, a veces no tenemos ni idea de lo que estamos haciendo.

No quiero olvidarme de hacer la diferencia entre el arte y la creatividad. El arte pertenece al mundo de la expresión, de la comunicación y de la belleza, aquella belleza que existe cuando aparece el esfuerzo en el artista por transferir en su obra emociones y experiencias. No hay pieza artística que no deje emoción en el espectador.

Por otro lado, la creatividad pertenece al mundo de crear, realizar, hacer y accionar, entre otras cosas. Crear es para todos por igual. Creamos desde vida hasta situaciones en la misma.

Sin embargo, tenemos la suerte de poder hacer las dos cosas a la vez.

En lo personal elegiría mil vidas con el arte acompañándome, porque si no… ¿cómo sería yo en este mundo?

De a momentos el arte puede transformarse en ese monstruo terrible que nos invade la vida. Puede ser caótico, odioso, irritable y sobre todo frustrante pero como decía… de a momentos, porque después puede permitirte encontrarte con lo maravilloso, satisfactorio y también con el lado más terapéutico que lo habita. Es que es tan fácil de entenderlo cuando nos dejamos sumergir en su actividad. No podemos negar que suele ser el salvavidas que necesitamos cuando desbordamos de emociones.

Simplemente estamos ahí produciendo arte, podemos distraernos, atender alguna situación alrededor, abstraernos de a momentos de eso mismo y suspirar hondo cuando nos damos cuenta de que llevamos tiempo sumergidos en ese mar creativo que nos permite explorar todo aquello que se nos ocurra.

Las personas que trabajan en salud mental suelen aconsejar, entre otras actividades, una que sea específicamente relacionada con el arte. Tiene sentido. No podemos en ese momento dañar ni ser dañados, ni siquiera por nosotros mismos. Recuerdo pasar horas en mi taller y explorar materiales, intentar crear algo con ellos, observarme y sentirme en el límite cuando no lograba el objetivo y por otro lado estirar mi cuerpo placenteramente con una sonrisa cuando algo por fin tomaba esa forma deseada.

Llegué a romper, quemar y tirar sin culpa muchos dibujos y pinturas que en otro momento creía que estaban terminados. Los guardaba pero al reencontrarme con ellos pensaba: ¿esto hice? y se iban. Después entendí que simplemente me despedía de aquella que había sido en aquel momento de creación y que en ese presente ya no me identificaba.

Así que, como quien olvida un recuerdo, me deshacía de aquello que me enfrentaba con mi yo del pasado porque no quería que queden rastros, casi negando lo que había vivido. También me pasó de arrepentirme de eso porque después ya no contaba con ese registro de evolución en forma de arte, ni de la vida ni de lo artístico.

Después pude entender un poco más todas esas experiencias. Incluyendo deshacerme de aquellas obras. Agradecerlas sabiendo que me llevaron a ser quien soy ahora. Así que, en ese contexto, empecé a escribir. Como puedo, como me sale, igual que con las artes visuales. A veces combino de las dos. A veces no hago nada.

Ya no tiro, ni quemo, ni me despido. Lo vivo.

Nada va a separarme del arte, ni de la vida. En algún momento supe que eran lo mismo. Porque aprendí a vivir a través de él, me da mi forma en donde sea que esté, y lo despliego siempre que me haga falta.


Guadalupe Gort - Docente en Artes Visuales

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