El humor, un debate pendiente, por Lucía Bringas

El humor, un debate pendiente.

Algunas ideas sueltas de aquello que causa gracia.

¿Cómo explicarle a la militancia que lo que el cuerpo pide es contradicción?

Reírse porque sí, porque se puede, porque sale. En la métrica de la vida, el organismo muestra que va a destiempo de la ideología. 

En este escenario resulta difícil establecer límite alguno, sin caer en la corrección política, el monstruo de la moral o aún peor, en la cultura de la cancelación. ¿Y entonces, qué hacemos?. Ni idea. Lo que traigo no es una respuesta, son mil preguntas. 

Hablar de humor en términos de debate es un poco caminar por un desierto (inserte aquí mejor metáfora). Cada tanto hay alguna data o reflexión, pero no estoy en condiciones de afirmar que ocupa un lugar protagonista en la opinión pública . Porque claro, se escucha el chiste, se ríe (o no) y la vida sigue. Bueno la intención de todas estas ideas sueltas, tiene que ver con ahondar un poco en este camino de repensar el humor.

En el podcast llamado "Comedia" donde distintas personas que se dedican al humor opinan del mismo (conducido por Adrián Lakerman), Martín Garabal indica:  "(…) lo que te hace reír no es exactamente lo que pensás, puede ser aquello que repudiás, aquello que te da miedo y a veces hay una interpretación muy literal, o haciendo ver que el decir y el hacer son lo mismo y pienso que ese enfoque es peligroso para el arte en general(…). No es lo mismo el tema del chiste, que el objeto de burla del chiste".

¿Qué se le permite y qué se le perdona al humor? ¿Desde dónde fijar esas fronteras?. En el mismo podcast,  en otra edición,  Lía Copello (La Cope) aporta lo siguiente:

"(…) Es muy difícil medir hasta dónde hay un chiste que está bien y hasta donde está mal un chiste. (…) todos creemos que estamos del lado del bien y que nos reímos de lo que está bien y no de lo que está mal. No es así. Todos tenemos una cuota de todo, y a veces te causan gracia cosas que decís uf, no está bueno reírme de esto, pero por eso creo que cada uno tiene su propia vara".

Hay distintos tipos de humor, y no todos caen necesariamente en lo ideológico. Pero si es importante tener en cuenta, que la persona que emite el chiste, está atravesada por distintos valores culturales que de alguna manera u otra incluye en sus modos de hacer humor. Y eso, da lugar a procesos de aproximación o distanciamiento de lo que se está escuchando. Un chiste contado por tal persona, tendrá distintos significados dependiendo quién lo recepcione. 

Acorde a mi sistema de creencias y valores, determinado contenido puede moverme cierta susceptibilidad como puede no importarme o como puede hacerme estallar de risa. Depende en gran medida, de quién lo cuente. Un varón cis, haciendo un chiste sobre violación, no me parece para nada gracioso. Mientras que, una mujer haciendo un chiste sobre violación, si bien me parece una temática heavy, no deja de ser parte de la población vulnerada. Este juego de oprimido/opresor. Bueno, el oprimido riéndose del opresor, banco.

Otro factor que es clave a la hora de hacer humor, es el hecho de distinguir entre ámbito público y privado. La risa nos excede y de esa forma incluso, nos sorprende riéndonos de cuestiones que no entran en este sistema de valores que antes describía. Bueno, también hay algo de ese sistema que opera en diversos ámbitos. Entre amigxs, me permito ciertas licencias que ante un público quizás no. 

Pero no todo humorista tiene esos recaudos a la hora de hacer humor. Y sacar de la escena social esos discursos que hacen ruido, que molestan, es un poco un recorte surreal. Esos discursos existen porque todavía hay gente que se ríe de ellos. No propongo que todo el mundo haga el mismo humor y se adapte a los tiempos que corren pero si quizás, comprender que estamos en tiempos de cuestionarnos todo. Entonces, ni tu humor,  ni el mío, ni el de nadie van a escapar a ese filtro.

El humor, está atravesado por todas aquellas operaciones discursivas que configuran los procesos binarios que construyen sentidos en esta sociedad, en este momento. Entendiéndolo, como producto comunicacional, responde a una época y un momento determinado. Con esto quiero decir que no es casual, que en tiempos de debates, replanteos y cuestionamientos, los contenidos humorísticos estén en la mira. En este contexto particular, es donde se puede ver que así como a nivel política, país y medios está instalada la lógica de la grieta, bueno, con el humor, pasa lo mismo. 


Lucía Bringas - Licenciada en Comunicación Social


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